Lo que debes saber sobre la calidad del agua de riego del jardín
Cuando de jardines y plantas se trata hay muchos aspectos que debemos considerar. Generalmente tomamos en cuenta la ubicación y condiciones climáticas, las especies y sus cuidados, el mantenimiento, el sustrato, abono y el riego. Pero aunque tomemos en cuenta el riego de nuestras plantas, un punto importante al que comúnmente le restamos importancia es a la calidad de agua de riego.
El agua que bebemos o que usamos para regar las plantas lleva disueltas sales y sustancias diversas, no es pura como pensamos. Algunas pueden contener más sales de la cuenta o diversos tipos de contaminantes, por esto siempre es importante saber cómo es el agua con la que estamos regando nuestras plantas.
En este sentido, la calidad del agua, tanto en jardines verticales como en cualquier actividad relacionada con las plantas, condicionará el éxito de nuestro jardín. Tanto la calidad del agua de riego como el manejo adecuado del riego son esenciales, ya que afecta tanto el rendimiento de los cultivos como las condiciones físicas del suelo.
Los factores clave para controlar la calidad del agua son principalmente el pH y la salinidad. Con estos dos valores se puede determinar si nuestro jardín tendrá éxito o no.
El pH
El pH indica la acidez o alcalinidad, en este caso del agua, y mide la concentración de iones de hidrógeno en el líquido. El pH se mide en una escala de 0 a 14, donde un pH de 7.0 es considerado neutro, y las soluciones con un pH inferior a 7.0 se consideran ácidos. Los valores de pH universales óptimos para el cultivo de plantas fluctúan entre los 5.5 y 6.7.
Para determinar el pH del agua podemos utilizar una serie de medidores fáciles de encontrar en el mercado, como papel tornasol, productos para medir el pH de acuarios o piscinas y algunos productos de calibración de jardinería.
El pH determina muchas características importantes de la estructura del agua de riego, del comportamiento de las células y organismos presentes, y de la disponibilidad de nutrientes. Si el pH es ácido, habrá una deficiencia de potasio y nitrógeno. Si el pH es alcalino, las plantas mostrarán deficiencia de hierro, zinc y fósforo.
Salinidad
El principal problema que afecta la calidad del agua de riego es la salinidad. Cuando hablamos de salinidad nos referimos a la conductividad eléctrica (CE), usada comúnmente en la agricultura y jardinería. Esta indica la velocidad con la que la corriente atraviesa una solución salina, por tanto, la CE refleja la concentración de sales disueltas en el agua, aunque no indica qué sales están presentes.
Un nivel alto de salinidad del agua reduce el rendimiento de los cultivos, aunque distintas plantas y cultivos varían su tolerancia a la salinidad. Un agua que contenga más de 1 gramo de sales por litro, ya puede dañar a nuestras plantas.
La salinidad se mide en un conductivímetro y el parámetro más común para determinarla es el dS/m (dS=deciSiemens).
- Entre 0 y 2 dS/m: Tolerable para casi cualquier tipo de planta o cultivo.
- Entre 2 y 4dS/m: Limitante para algunos cultivos y plantas sensibles a la salinidad.
- Entre 4 y 8 dS/m: Pocas especies son resistentes.
- Superior a 8 dS/m: Altamente salina.
Regar con agua salina perjudica gravemente nuestras plantas. Aunque reguemos la planta en abundancia, ésta no podrá absorberla y marchitará; las semillas germinan menos y los niveles de cloro y sodio que contienen las aguas salinas son tóxicos para las plantas.
Si te ves obligado a regar tus plantas con agua salina y no tienes otra fuente de agua, puedes tomar las siguientes medidas:
- Elige especies tolerantes al agua salitrosa.
- Mejora el drenaje para que las sales no se cumulen en la superficie de las raíces.
- Riega con más cantidad de agua de lo normal para ayudar a tus plantas a absorberla.
Como ves, la calidad de agua de riego es de suma importancia para el cuidado y mantenimiento de nuestros jardines. Factores como el pH y el nivel de sal presentes en el agua con la que regamos nuestras plantas puede dañarlas significativamente hasta morir.