¿Cómo los jardines verticales a reducen el consumo energético?
Mucho se habla del calentamiento global y el cambio climático, pero realmente no hemos querido verlo. El planeta sufre una alerta roja en cuanto al consumo de recursos. Estudios arrojan que se está consumiendo el doble de energía de la que realmente necesitan nuestros edificios.
La creación de jardines verticales se plantea como una solución eco eficaz para los desafíos del cambio climático. ¿Pero por qué?
Desde que el botánico francés Patrick Blanc innovara con los pulmones vegetales para purificar el aire y reducir los impactos del cambio climático, los arquitectos comenzaron a verse como algo más que arquitectos.
Ahora intentan crear edificios que funcionan de manera inteligente y sustentable, potenciando la implementación de jardines verticales en la búsqueda de soluciones para reducir los niveles de consumo energético que se vienen dando en las urbes del mundo.
México DF es una de las ciudades más pobladas del mundo con un déficit de áreas verdes por habitante de 3,7 metros cuadrados, frente a los 14 que recomienda la ONU.
Estas soluciones de arquitectura sostenible se basan en el ahorro energético a través de revestimientos vegetales en los edificios. Un edificio con un jardín vertical es capaz de producir suficiente oxígeno como para abastecer a cientos de personas.
Pero además, estos revestimientos pueden reducir el impacto del calor sobre el edificio así como de los rayos solares, creando así una estructura natural capaz de trabajar como aislante térmico y acústico que puede regular la temperatura del interior, y reducir hasta en un 30% la factura del consumo de energía.
El principal aporte de la jardinería vertical son los sistemas activos, que consisten en hacer pasar una corriente de aire a través de los jardines como mecanismo de climatización para reducir la temperatura de los edificios. La estructura actúa como intercambiador de calor y biofiltro depurador de la corriente que lo traspasa, disminuyendo la temperatura y aumentando la humedad.
Básicamente su funcionamiento se basa en hacer pasar el aire caliente del exterior o interior del edificio a través del jardín vertical. Este sistema activo permite que circule agua por el sustrato donde crece la vegetación, que absorbe el calor del aire al evaporarse. Este proceso es conocido como “refrigeración evaporativa”.
De esta forma, los niveles de humedad, temperatura y calidad del ambiente interior del edificio se mantienen óptimos y equilibrados.
Además de actuar como climatizadores, estos sistemas activos tienen la capacidad de biofiltrar el aire. Es decir, retienen partículas exteriores como el polen o gases contaminantes como el dióxido de carbono emitido por los coches en la ciudad.
En concreto, pueden producir un ahorro en energía eléctrica para refrigeración y ventilación de hasta 5% por cada grado centígrado que el jardín vertical logra reducir.
Si la mayoría de los edificios del mundo funcionaran de esta forma, pronto tendríamos unos niveles más bajos de contaminación, reduciríamos el consumo energético de nuestra sociedad, ganaríamos en confort visual y sensorial además de estar contribuyendo a la mejora medioambiental tan crítica que tenemos hoy en día.
El impacto medioambiental es una situación de la cual debemos ser conscientes e intentar atenuar los daños causados. Por eso creemos en los jardines verticales como una solución de arquitectura sostenible para contrarrestar los efectos del crecimiento urbano en el mundo para abrir espacio a la naturaleza.